¿Esto del medio ambiente; será porque ya destruimos la mitad?
De todos es sabido que el ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, perdió la razón por meterle a tanta lectura de caballería, lo que si puede ser un poco menos conocido es que uno de sus libros favoritos se titulaba “Las sergas de Esplandián” relato en 184 capítulos que narra las aventuras del hijo primogénito de Amadís de Gaula y la princesa Oriana.
Las aventuras de este valiente caballero hicieron las delicias de los lectores del siglo XVI. Ya que lo mismo combatió y mató a poderosos gigantes, que salió victorioso de sus continuas batallas con los musulmanes, en especial aquella donde los moros reciben la ayuda de la Reina Calafia y de sus amazonas negras, valientes guerreras montadas en enormes aves llamadas “grifos”. “Su isla era la más fuerte de todo el mundo con sus escarpados farallones y sus pétreas costas".
Calafia mujer de presencia majestuosa, más hermosa que todas las demás, con toda la fuerza de su feminidad y segura de su poderío reta al caballero Esplandián, pero… se enamora de él y cae rendida –nefasta necedad femenina-.
Dándose cuenta que es un amor imposible, contrae matrimonio con Talanque, hijo del rey de Sobradisa y compañero inseparable de Esplandián.
Es así como nuestro caballero finalmente derrota a los musulmanes y casa con la princesa Leonorina hija del monarca de Constantinopla.
Esta obra fue publicada por primera vez en 1510, por lo que no es difícil, que varios de los europeos que “recorrían” América por ese entonces la conocieran.
En 1533 Hernán Cortés había enviado dos expediciones al norte, en busca de nuevas tierra que ofrecer a Carlos V, un par de años después recibiría noticias de un puñado de sobrevivientes, que le relataron de extraordinarias tierras desbordadas de riquezas.
Tan convincente fueron en el relato, que el mismo Cortés se embarcó rumbo al norte, llegando el 3 de mayo de 1535 al lugar que bautizó como: “Puerto y bahía de Santa Cruz” dando así formalidad a la fundación de la nueva colonia, misma que no logró sostenerse especialmente por la falta de alimentos, la necesidad de agua potable, el agreste terreno y la hostilidad de los oriundos.
Años después la tierra descubierta recibió varios nombres: Pedro Porter Cassanate la llamó Nuevo Reino de Aragón, Sebastián Vizcaíno la denominó Nueva Andalucía; el almirante Isidro de Atondo y Antillón la designó como Nuestra Señora de la Trinidad; y los padres Kino y Salvatierra le llamaron Islas Carolinas; pero el apelativo que perduró fue el de: California.
Mismo que se imputa a la burla que de Cortés, hizo el explorador Fernando de Alarcón, quien por cierto es considerado el primer europeo en pisar el hoy estado de California, el que aludió a las aventuras del caballero Esplandián; y dio por nombrar en tono jocoso a “las inhóspitas tierras” como California –isla donde habitara la seductora Calafia- para burlarse de Cortés por haber fracasado en el tercer viaje de exploración por el Pacífico.
Vendría a continuación para la California el periodo misional: primero los jesuitas –destacando el padre Eusebio Francisco Kino- que tras su expulsión serían reemplazados por los franciscanos, para concluir con los dominicos.
Debido a la lejanía con el centro de la República, la independencia de California se consumaría hasta 1822 –es decir un año después-
Ante la merma de religiosos y el abandono de la jurisdicción mexicana, se fue tendiendo una sociedad ranchera empobrecida.
Sin duda la Baja California estaba dentro de los planes expansionistas gringos, pero en las negociaciones posteriores a la invasión norteamericana se logró mantenerla, no así los estados de; Nuevo México, Arizona, Texas, parte de Colorado, Nevada, Utah y La alta California, -más de la mitad del territorio nacional- que pasaron a posesión de Los Estados Unidos, a la firma del tratado Guadalupe Hidalgo.
Durante el gobierno del presidente Porfirio Díaz de 1876 a 1910 en Baja California Sur se vivieron importantes acontecimientos: se permitieron concesiones a compañías extranjeras de grandes extensiones de terreno; se implantó la minera francesa “El Boleo” en lo que hoy es Santa Rosalía; se acrecentó la población; se crearon rutas marítimas para enlazar al territorio con el resto del país; y en 1888 Porfirio Díaz, decretó la división política de la península en dos Distritos, el Norte y el Sur.
Baja California Sur es una tierra de contrastes, donde conviven cactus y pinos, desierto y océano. La abundancia marina discrepa con su desértica tierra. Sus hermosas costas en donde abundan islas y bahías son poseedoras de una riqueza sin igual, paraíso de científicos y conservacionistas de todo el mundo.
Sin embargo sigue sufriendo la maldición del abandono, es una región donde la moneda que rifa es el dólar, donde los oriundos siguen en condiciones dolosas de pobreza, mientras los extranjeros poseen casas, campos de golf y yates.
Por eso mismo lo que sucedió en la comunidad de Cabo de Pulmo es digno de exponer:
Cabo Pulmo es una pequeña comunidad en el sur de la Península De Baja California Sur, frente a sus costas se ubica el arrecife de coral más grande de California y seguramente el más antiguo del Pacifico Norte, la población se dedicó básicamente a la extracción de perlas y a la pesca comercial; pero hace 17 años se percataron que el colapso estaba cerca, la otrora abundancia se convertía velozmente en escases; y fue cuando determinaron darle un giro a sus actividades.
Organizados y asesorados por científicos y un grupo de estudiantes de la Universidad Autónoma de Baja California Sur -aplauso personal- solicitaron a las autoridades federales su mediación para declarar Cabo Pulmo; Parque Nacional.
Fue así como la pesca comercial fue plenamente vencida por el ecoturismo, apuesta que felizmente ya rinde beneficios.
Una historia que me llena de alegría, ya que amo profundamente esa región mexicana.
Los últimos indicios apuntan; que el arrecife se está recuperando, ya es cinco veces más pródigo en especies que cualquiera de los ubicados en el llamado Mar de Cortés.
Para entender cabalmente la importancia de lo que estamos hablando, permítanme mencionarles algunas características de la región; aquí se encuentran aproximadamente el setenta por ciento de las especies marinas, fue bautizado por el capitán Jacques Yves Cousteau como el acuario del mundo, en los meses de julio a noviembre es posible nadar con tiburones ballena, y de noviembre a marzo se convierte en santuario de la ballena jorobada, incluso existe una colonia de leones marinos que; –dependiendo de la temporada- con suerte se puede bucear entre ellos, y por si fuera poco en estas aguas podemos presenciar quizá uno de los espectáculos marinos mas portentosos; “la danza de las mantas voladoras” –dentro y fuera del agua- les dejo aquí un video de la BBC como testimonio:
Sin embargo esta historia está lejos de tener un feliz final; Cabo Pulmo está en la mira de empresas depredadoras, esencialmente por los paisajes que ofrece y la salud de su arrecife, es aquí donde se pretenden asentar ambiciosos proyectos turísticos de gran escala.
La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales –Semarnat- resolvió validar la construcción de un mega-proyecto llamado Cabo Cortés. Que en síntesis, se trata de un complejo de 30 mil habitaciones, una marina para 490 embarcaciones, dos campos de golf, un aeropuerto y la edificación de una mini ciudad para quienes laboren construyendo y operando el complejo.
Si bien el titular de la Semarnat; Juan Rafael Elvira Quesada –de quien esperemos el sexenio se lo lleve prontito- externó que el proyecto estaba detenido, pero después de su comparecencia ante el senado la tarde de hoy, todo parece indicar que lo aprobaran, ignorando a sus propios expertos, se autorizará la concesión de un volumen considerable de agua en una zona desértica, nos ofrecen en general; información simulada e inconclusa sobre la vida silvestre del lugar y mienten sobre el comportamiento de las corrientes marinas -argumentan que estas fluyen únicamente de sur a norte-. Aún empleando cifras moderadas, este proyecto significaría la inmigración de; 120 mil habitantes en los próximos diez años.
Es fácil y espeluznante sospechar los retos que afrontará una pequeña colectividad que ahora cuenta con 200 personas, frente a una migración masiva, en una zona desértica, escasamente poblada y con pocos servicios públicos disponibles.
Varias organizaciones ambientalistas ya iniciaron la batalla, y pretendo unirme a ellas.
Porque si bien estas organizaciones están repletas de snobismo, también hay gente conciente, que lucha por mejorar la calidad de vida y lograr la tan ansiada sustentabilidad.
Es por eso que opino, debemos estar atentos a las voces especializadas que nos alertan; como por ejemplo; El ecologista Jean Michel Cousteau, hijo mayor del entrañable Jacques Coustaeu, que demandó la semana pasada, aquí en la capital mexica: la necesidad de preservar el arrecife coralino más importante del Golfo de California “Que no se haga otro Cancún en las costas de Baja California Sur”.
La sola idea que estos depredadores de la belleza, se salgan con la suya me llena el buche de piedrotas.
