febrero 20, 2011

¡Chale! Ya chole con los chinos



En política, un absurdo no siempre es un obstáculo.
Napoleón Bonaparte


Había una vez...

Un niño que nació en el bosque de Lumbini en las lejanas laderas del Himalaya, el pequeño pertenecía a un noble linaje, por lo que sus años mozos discurrieron plácida y felizmente dentro del palacio familiar. Pero el pequeño Gautama –que así se llamaba- era inquieto y curioso, por lo que un buen día salió de la apacible residencia y se tropezó de golpe con la miseria humana, la realidad lo abofeteo despertándole la conciencia y partir de ese momento, abandonó a su familia, su palacio, sus pertenencias y comodidades, para entregarse a las más severas practicas de austeridad. Y dio comienzo su misión: la búsqueda de una respuesta al dolor humano.

En su peregrinar un buen día (mayo del 523 antes de nuestra era) meditando en las márgenes del rio Neranjara, “le cayó el veinte” se dio cuenta que: todo sufrimiento proviene del deseo y la ignorancia, por consiguiente –dedujo- quien elimina el deseo, elimina el dolor y por ende quien abandona la ignorancia y elimina el deseo, logra desprenderse del egoísmo, la preocupación por el mundo material, y al lograr esto; la vejez, la muerte y el ciclo de reencarnaciones quedan superadas, es decir “Eureka” llegamos a la meta, -o lo que es lo mismo al Nirvana-

Esta iluminación convirtió a nuestro joven Siddharta Gautama en ni más ni menos que, el buen Buda.





Son tres, los conceptos primordiales para adentrarse en el budismo:

El Karma: Se refiere a la causa efecto, "Tú eres lo que eres y lo que haces, como resultado de lo que fuiste e hiciste en una reencarnación anterior, lo cual a su vez fue el resultado inevitable de lo que fuiste e hiciste en encarnaciones anteriores." Pá ponerlo en términos más terrenales, digamos que es la tercera ley de Newton.

Samsara: Se refiere a la transmigración, partiendo que las personas no tienen  almas individuales, que lo que pasa por el ciclo de reencarnación son solo un conjunto de sensaciones, emociones... ¡el karma transmitido pues!, es decir; el nuevo individuo en la próxima vida no será exactamente la misma persona, solo habrá similitudes.

Y desde luego el Nirvana: Buda lo definió como: "Donde no hay ni tierra ni agua, ni aire ni luz, ni espacio sin límites, ni tiempo sin límites, ni ningún tipo de ser, ni ideas ni falta de ideas, ni este mundo ni aquel mundo. No hay ni un levantarse ni un fenecer, ni muerte, ni causa ni efecto, ni cambio, ni detenimiento." Su servidor se declara incompetente para explicarlo.
Lo que sí me parece destacado de esta corriente filosófica o religión, es que, es de las pocas –o tal vez única- que en lugar de exigir a sus seguidores: ¡obedece!, el budismo parece susurrarles ¡crece!


Años después –como le sucede a la mayoría de las religiones- al budismo le brotarían diferentes ramales, uno de ellos se asentaría precisamente en el Tíbet.

Para el budismo tibetano, el Dalai lama, es una persona que conscientemente ha resuelto reencarnarse nutridas veces, para perpetuar sus proyectos religiosos. Es decir –si bien entiendo- el actual Dalai Lama es una de las varias reencarnaciones de Avalokitesvara  -el que sigue el camino de Buda- este proceso reencarnatorio dio inicio en el año 1391.

 Resulta pues que este tipo -el Dalai Lama- fue jefe del gobierno tibetano hasta el año 1959, cuando la Republica Popular China invadió la región y se alzo con el poder, hecho que obligo la salerosa huida del actual Dalai (versión en su catorceava reencarnación).





Desde entonces Tenzin Gyatso –así es su apelativo- ha pugnado por conseguir la autonomía del Tíbet, atraves de lo que él llama gobierno en el exilio.

Aquí es donde la cosa se empieza a poner entretenida: por un lado tenemos un monje vagando por el mundo, con su inalterable túnica roja y camiseta amarilla, y por el otro un gobierno chino, que pela chicos ojotes, cada vez que el susodicho es recibido como jefe de estado por algún país. Ambos vociferando que los respalda la razón y el derecho y maldiciendo al otro a la menor provocación o sin ella.

Considerando que el Dalai tiene actualmente 75 primaveras, por consiguiente ya está en edad de merecer, o mejor dicho en edad de reencarnar, los movimientos estratégicos de ambos bandos apuntan a hacerse del sucesor:

El gobierno chino, tiene desde luego aliados dentro del invadido Tíbet y pretende que el nuevo Dalai pertenezca al poderoso partido comunista, por el contrario el líder Tibetano en exilio, está a favor de que su sucesor -es decir el mismo, solo que en versión decimoquinta- nazca fuera de territorio Chino.

Las reglas del juego para designar al nuevo líder son:

Una vez muerto el Dalai Lama, este tarda cuarenta y nueve días, para reencarnarse en un niño, que según la tradición da señales y muestras  innegables de ser el favorecido.

Aunque también se puede optar por una práctica esotérica -¿esotérica? como si lo anterior fueran sucesos comprensibles- conocida como  “madey tulku”, mediante la cual el mismísimo Dalai, puede escoger una reencarnación mientras sigue con vida, esto le daría tiempo para prepararlo personalmente.

Incluso existe la posibilidad de designarlo mediante jornada electoral.

El gobierno chino por su parte está tratando por todos los medios, que el nuevo líder tibetano, pertenezca o sea afín a su bando y quitarse de una vez por todas, la piedrota en el zapato que ha resultado el monje exiliado.

Tan es así que ya en 1995, cuando el Dalai Lama había anunciado el descubrimiento del nuevo Pachen Lama –niño sucesor- ocasionó que tras el anuncio, el chaval y toda su familia fueran detenidos por el ejército, convirtiéndolo así (tan solo tenía cinco años) en el preso político más joven de la historia.

Pero la última y más desesperada reacción gubernamental y que propiamente inspiro que este escribano garabateara este post, fue que; La Administración Estatal para Asuntos Religiosos, decretara lo siguiente:
 
“El llamado Buda viviente reencarnado será ilegal e inválido sin la aprobación gubernamental"

Esta prohibición, entrará en vigor a partir del primero de septiembre, alcanza no sólo al Dalai sino a todos los Lamas, o sabios reencarnados, llamados tulkus. Estos últimos bastante numerosos en el Tíbet.

Suceso que ha sido catalogado como el acto de autoritarismo más irracional de la historia.

Así que; si tienen pensado reencarnar este año, les sugiero lo hagan antes de septiembre para evitarse, engorrosos trámites burocráticos.

Colorín colorado


 
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3 comentarios:

  1. Pinches chinos locos, es lo único que puedo decir por ahora.

    Saludos

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  2. Aquí se dio el caso del "lama de Granada" Osel Hita.“Con 14 meses ya me habían reconocido y llevado a la India. Me vistieron con un gorro amarillo, me sentaron en un trono, la gente me veneraba… Me sacaron de mi familia y me metieron en una situación medieval en la que he sufrido muchísimo. Era como vivir en una mentira,” dice después de algunos años en una entrevista..Hasta que dijo basta cuando fue adolescente, y se perdió por el mundo. Probablemente también lejos de sus padres.
    Saludos.

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  3. Templo: Efectivamente la locura del poder, te lleva a este tipo de absurdos mi estimado Templo.

    Ana: Sorprendente el caso que mencionas. “Me metieron en una situación medieval” ¿Acaso nunca podremos sacudirnos, de toda esta esquizofrenia colectiva?

    Gracias por su visita y en especial por sus comentarios. Saludos

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Boogie sabía que podía contar contigo; ¡adelante!