septiembre 30, 2011

La tragedia de un Hamlet chilango



Acomoda la palabra a la acción y la acción a la palabra
William Shakespeare en Hamlet

¿¡Cómo te atreves a no ser yo!?
Barbara Kruger -artista conceptual y feminista-





Blasfemar o no blasfemar he aquí la cuestión:

Por tercer año consecutivo este 30 de septiembre se celebra El Día Mundial de la Blasfemia. Hace muchos años decidí salir del closet ateo, y declarar abiertamente mi “incapacidad” de concebir la existencia de un ser superior, y lo verdaderamente ridículas que me suenan todas esas historias inventadas hace miles de años, por un atado de ignorantes pastores. Por lo que no tengo ningún inconveniente en blasfemar, pero antes de simplemente recetarles una esplendida y sonora mentada de madre a todos los dioses, o recurrir a un chiste más inteligente y sutil o simplemente dejar pasar el día sin la menor observación, permítanme divagar afín de poner en orden mis pensamientos y aterrizarlos lo más dignamente posible.

Dándole a esto que llaman vida, he conocido una gran cantidad de personas, con las cuales he compartido básicamente una mutua y natural indiferencia, sin embargo en este transitar humano, también me he topado con gente admirable, graciosa, inteligente, estúpida, ignorante, generosa y una que otra que ha tenido la enorme habilidad –como diría mi abuela- de llenarme el buche de piedritas. De todo hay en la viña del señor –nuevamente mi abuela-.
He tenido el gusto y disgusto de conocer, hombres y mujeres de características disímbolas, esta por demás mencionarles lo mega diverso que suelen ser los bípedos que lloran se enamora y usan zapatos –Salud Joan Manuel-

También de sobra sabemos las diferencias irreconciliables entre: negros-blancos, católicos-mormones, liberales-conservadores, machistas-feministas, nacos-fresas, punketos-emos, homofóbicos-homosexuales, árabes-israelíes, orientales y occidentales, norteños y sureños, y un sinnúmero mas de etcéteras, y si a eso le sumamos que  la mayoría se consideran poseedores del monopolio de la verdad, queda claro que en este, elipsoide de revolución achatado; vivir sea toda una fascinante calamidad.

Inclusive concentrándonos meramente en esta región geográfica llamada México las diferencias son abismales, lo que invariablemente provocan desacuerdos, que en más de una ocasión terminan en odios irreconciliables. Sin ir más lejos apenas La Suprema Corte de Justicia (sic) sesionó sobre conceptos que tienen que ver, con el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo –donde vergonzosamente privo la devoción por encima de la razón-. 

Es así como he tenido que aprender por el bien de mi salud mental, a convivir con diferentes tribus sui géneris y en términos generales no la he pasado mal, incluso lo he disfrutado.

Hasta hace poco trabajé en una empresa cuyos dueños usaban kipá y respetaban el shabat es decir eran judíos.
Laboré unos años con ellos y algo aprendí de la peculiaridad judía, conversar con ellos me llevo a conocer y entender términos como: mezuzá, shalom, kipá, torá, shabat, bar mitzvá y varios más que empiezo a olvidar. Precisamente el pasado 28 de septiembre los judíos celebraron el Rosh Hashaná  -cabeza de año- que según la cuenta del calendario hebreo, dio comienzo el año 5772, el cual se cuenta a partir de cuándo dios creo a Adán –que quede asentado que escribo estos datos sin el menor asomo de sonrisa mordaz-. Vaya para ellos pues, un feliz shana tova.





Con todo y que nuestras diferencias culturales y sobre todo racionales nos distanciaron, la relación siempre fue en términos cordiales, me queda claro que es una comunidad harto cerrada, que difícilmente acepta a los Goi -hombre no judío- termino que, digan lo que digan es peyorativo.
Desde luego que no puedo generalizar ya que incluso he conocido: judíos ambientalistas, judíos académicos e incluso judíos izquierdosos, pero el grueso de ellos mantienen en mayor o menor grado evidentes rasgos clasistas, conservadores, religiosos y supersticiosos.

Una de tantas irracionales anécdotas que viví con ellos, fue cuando trabajaba en un proyecto para unas nuevas instalaciones y a punto de concluirlo, me enviaron a su “fenchuista” para que diera el visto bueno -tuve que soportar chocarreras modificaciones-.

La verdad es que siempre he pretendido tener buena relación personal con mis congéneres, bueno al menos los que sí caen en esa clasificación.

Convivo todos los días con: Testigos de Jehová, católicos, conservadores, mitómanos, machistas, liberales, comunistas, demócratas, homosexuales, indígenas, policías (glup), profesores, ufólogos, evolucionistas, feministas, estudiantes, amas de casa, marchantes, intelectuales, antiabortistas, anticastristas –por cierto me acabo de enterar que Joaquín Sabina declaró que el régimen de Cuba, hoy día es una gerontocracia- poetas, músicos, moralistas, ciclistas, microbuseros, franeleros (recontra glup), albañiles, usuarios del metro, etcétera. Toda una gama de historias, ideologías, creencias, dolencias y perspectivas, que si bien frecuentemente no comparto siempre estoy abierto al debate, ejercicio por demás gratificante.

Debatir es siempre una excelente catarsis, en ocasiones los raspones tardan es sanar varios días, pero cuando las musas te custodian es tan placentero como dar un jaque mate siciliano.
Para que un debate sea productivo e inteligente, es necesario establecer las reglas de juego y primordialmente entender que la justa es de ideas no de personas. El enorme problema es que la mayoría de los individuos se cosen las ideas al cuerpo, cuales Peter Pan con su sombra, y es aquí donde comienzan las dificultades.

Si el debatiente en turno es un visible acarreador de piedritas bucheras, será muy sencillo recetarle contundentes zapes, pero el intercambio verbal no es tan cómodo cuando a los combatientes nos unen sentimientos afectuosos, debido a que nuestras palabras seguramente les dolerán e indignaran, considerando que sus creencias religiosas rayan en la sacralidad.

Es natural reaccionar diferente cuando las frases que indignan, vienen de un indeseable o extraño; que cuando vienen de un camarada.
Para mí como para todo el mundo, existen temas en los que soy más quisquilloso y a la menor provocación me pongo en guardia, aquí algunos ejemplos cotidianos:

La denigración del indigenismo; por ejemplo que algún imbécil diga frases como “Era un pobre Oaxaco”.

Los estereotipos que dañan la equidad de género; no falta el estúpido o estúpida que comente: “no seas chismoso, pareces vieja”.

Los homofóbicos, tales como: “pobre fulano su hijo le salió maricón”.

Los neoliberales: “gracias a la empresa comemos”.

Los clasistas –como el de moda- “pinche asalariado de mierda”.

O los realmente obtusos: “lo mío es lo fashion”.

En temas como estos reacciono impulsivamente y maldigo a los tipos que sin el menor rubor emiten juicios tan ignorantemente superficiales, por otro lado poniéndome en los zapatos de los que estimo, trato de ser prudente al abordar temas como la religión, el aborto, las pseudociencias, y demás supercherías “sacras”.

Básicamente por eso escribí este choro, con el que pretendo exorcizarme de la indecisión de celebrar o dejar pasar de largo eso que se ha dado en llamar “Día internacional de la Blasfemia”.

Que no estaría de más recordar su origen. El 30 de septiembre de 2005 en el Jyllands Posten –un diario de Dinamarca- se publicaron doce caricaturas de Mahoma, donde el común denominador era mostrar lo violenta de la guerra santa islámica –el yihad- lo que desencadeno varios atentados en diferentes sitios y embajadas del mundo con un saldo de algunos muertos.


Aquí un par de las caricaturas “incendiarias”





Aquí las reacciones: “Decapiten a aquellos que insulten al Islam”


Estos hechos reavivaron la controversia de establecer o restablecer las leyes anti-blasfemia, que si bien parecieran un mal chiste, la realidad es que en algunos países lo han tomado muy seriamente; un claro ejemplo es Irlanda donde una persona puede ser multada hasta por 25, 000 euros por blasfemar y definen la blasfemia como: “una expresión abusiva o insultante en relación a una materia tenida como sagrada por cualquier religión, que cause indignación en un substanciosos número de seguidores de esa religión”.

Varios países europeos tienen leyes al respecto, recordemos el caso de Seppo Lehto que fue condenado a dos años de prisión en la vanguardista Finlandia  –en todos lados se cuecen habas -acusado de blasfemar contra el Islam.

Y mientras lanzan un movimiento mundial en contra de la blasfemia amordazando las voces críticas. Estos macarras de la moral nos enjaretan todo su nauseabundo despliegue de “sacrosanta libertad de expresión”. Pongamos algunos ejemplos:

Recuerdo que un par de fanáticos religiosos dirigidos por Pro Vida, destruyeron por considerarlo sacrílego el cuadro “La Patrona” -una virgen con rostro y senos de Marilyn Monroe- del artista Manuel Ahumada, el aberrante hecho fue justificado por él en ese entonces arzobispo Norberto Rivera.



Antes y después



En 2001 la artista chicana Alma López presento una re-iconografía guadalupana, exposición que tuvo que cerrar debido a las moralinas protestas.


La obra de la artista chicana


El año pasado Una mujer con una barra metálica arruinó una litografía del artista Enrique Chagoya, que se presentaba en el museo Loveland, Colorado, por considerarla blasfema.


Es por demás conocido el cinismo, la impunidad y la bajeza con la que operan las organizaciones religiosas. Entendidos estamos, que este movimiento anti-blasfemia es uno más de sus funestos actos para continuar con su blindaje, y así evitar la crítica mordaz que pone en evidencia toda su podredumbre.
Obviamente no tengo ningún empecho en blasfemar en contra de ellos incluso el insulto más prosaico me parece insuficiente. Mi indecisión radica en las personas que estimo bien y que para ellos estos ridículos objetos de adoración representan un bien sagrado, incluso para aquellos que en su limitadita percepción me han causado uno que otro malestar, ya que mi abierto ateísmo me ha generado; marginación laboral, desconfianza y ocasionalmente despido injustificado.

Incluso para ellos decía, me da un poco de pena golpear su ignorancia pero en este caso –y para muchos más- la poesía siempre ayuda y cuando me siento así, nada mejor que leer a manera de analogía al entrañable poeta cubano Nicolás Guillen (1902-1989).


Burgueses

No me dan pena los burgueses vencidos.
Y cuando pienso que van a dar me pena,
aprieto bien los dientes, y cierro bien los ojos.

Pienso en mis largos días sin zapatos ni rosas,
pienso en mis largos días sin sombrero ni nubes,
pienso en mis largos días sin camisa ni sueños,
pienso en mis largos días con mi piel prohibida,
pienso en mis largos días Y

No pase, por favor, esto es un club.
La nómina está llena.
No hay pieza en el hotel.
El señor ha salido.

Se busca una muchacha.
Fraude en las elecciones.
Gran baile para ciegos.

Cayó el premio mayor en Santa Clara.
Tómbola para huérfanos.
El caballero está en París.
La señora marquesa no recibe.
En fin Y

Que todo lo recuerdo y como todo lo recuerdo,
¿qué carajo me pide usted que haga?
Además, pregúnteles,
estoy seguro de que también
recuerdan ellos.





Efectivamente y pá que recuerden todo el daño que han y siguen causado a la humanidad estas absurdas, ridículas y temibles creencias:


De paso un homenaje al genial Luis Buñuel

La cena de los pobres en “Viridiana”





¡Feliz día de la Blasfemia! 


¿Sabes? ¡Dios es increíble!












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1 comentario:

  1. me gusto mucho!! reì mucho!! a mi tambien me molesta bastante que la gente haga comentarios de ese tipo.."es un indio", o "pareces vieja" son los que màs me molestan..en mi mente se aparecen varias formas de contestarles, pero son muy intolerantes y como pa que. cuidate!
    Mariana

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Boogie sabía que podía contar contigo; ¡adelante!