abril 16, 2010

Alguien se agita en el panteón San Fernando


















Cuando se discute sobre religión siempre se acaba en una polémica irreconciliable, todos se autoproclaman dueños de la verdad, y se defienden a ultranza, prácticamente nunca se acepta estar equivocado, pareciera que el humano tiene un miedo ancestral a reconocer su error y protegen su posición aun por encima de atropellar la razón (a su salud maestro Sabina).

Y como una cosa lleva a la otra (algo muy frecuente en mi caos de ideas) hoy quisiera comentar una nota de suma relevancia, pero para esto necesito hacer una reflexión que me parece fundamental para cualquier sociedad que pretenda conquistar la… (¡glup!) Democracia.

Seguramente hemos escuchado o comentado el tema, incluso hace poco fue noticia ya que se elevo a rango constitucional el carácter de estado laico. Eso está muy bien ¿pero qué demonios significa? Y aquí es donde quisiera detenerme:

El principio del estado laico inmediatamente genera molestia en la iglesia católica, baste escuchar el alboroto que emite el engendro Hugo Valdemar (si tienes el estomago léele aquí), para pensar que el laicismo es anticristiano, inmoral, subversivo o por lo menos declaradamente gay, pero no, resulta que no es ninguno promotor de esos pecaminosos comportamientos.

La definición: Un Estado laico se denomina al estado, y por extensión a una nación o país, independiente de cualquier organización o confesión religiosa.

En un sentido fuerte la independencia de un estado laico supone la nula injerencia de cualquier organización o confesión religiosa en el gobierno del mismo, ya sea en el ejecutivo, en el legislativo o en el judicial. un estado laico es aquel que es neutral en materia de religión por lo que no ejerce apoyo ni oposición explícita o implícita a ninguna organización o confesión religiosa.

Un estado laico trata a todos los ciudadanos por igual, tanto a los creyentes de cualquier religión como a los no creyentes.

Es decir la sana separación de iglesia-estado (que falta nos haces Benito).

Esto es; un estado laico no combate las religiones, muy por el contrario es un instrumento jurídico-político en contra de la discriminación en todas sus formas.

Va más allá de la simple tolerancia y establece un respeto absoluto.

En un estado laico no puede haber imposiciones de ninguna orden, ya sean morales o religiosos, reconociendo así el pleno de tus derechos.

Esto que suena tan adecuado, ha tenido un largo y tortuoso camino hasta nuestros días.

Baste recordar que la primera constitución (como México independiente) la de 1824 establecía como única y valida, la religión católica (recién nacidos como nación y ya con nuestra cruz a cuestas) vendría posteriormente la eterna lucha entre liberales y conservadores, unos buscando la republica los otros la conformación del imperio, esto como sabes llevo al país a una guerra, que solo terminaría con el triunfo de los liberales y la promulgación de la bienhechora constitución de 1857 donde se establecía la urgente separación de iglesia estado.

Aunque no duraría mucho el gusto, ya que el recién nacido estado laico no sobrevivió a la segunda mitad del siglo XIX, el dictador Porfirio Díaz se encargaría de borrar toda huella liberal y resucitar el pacto con el clero quien lo apoyaría a conservarse en el poder y le aplaudiría todos sus abusos en contra del guadalupano pueblo mexicano.

Germinaría una luz de esperanza liberal, con los hermanos Magón en los albores de la revolución de 1910, sin embargo el progreso se vería truncado más adelante, pues surgiría la iglesia a protagonizar la guerra cristera de 1926 a 1929, misma que nos describe de cuerpo entero de lo que es capaz la santa institución. Muy poco se conoce de esta etapa en la historia de México. En los planes de estudio de las escuelas apenas si se toca, es sorprendente que un pasaje tan vergonzoso donde la nación se paralizo por tres años, donde murieron más de 50 mil mexicanos, se mantenga en un oscuro rincón de la historia.

Pasada esta, el gobierno del presidente Calles logra mantener al clero a una prudente distancia. Pero la hiedra de las mil cabezas escudriñaría nuevas ligas de poder y las conseguiría.

Un grupo encabezado por Miguel Alemán pacta de nuevo con la siniestra institución, y al inicio de la década de los 40´s se le concede el reconocimiento a sus propiedades.

Esto sería solo el principio, de un nuevo y vertiginoso ascenso de la iglesia a las esferas del poder.

Seria Carlos Salinas de Gortari quien le abriera definitivamente la puerta, con la llamada Ley de Asociaciones Religiosas y Cultos Públicos, hiriendo de gravedad al estado laico en 1992.

De ahí en adelante todo ha sido, una serie de descomunales agravios al laicismo.

La irracionalidad del clero ha hecho imposible gobernar de manera independiente. Ahora más que nunca la iglesia ha vuelto y esto es muy peligroso, ya que no solo pretende acabar con el laicismo, pretende incluso reimplantar la educación religiosa en las escuelas y recobrar el subsidio por parte del estado.

La toma del poder por el conservadurismo radical, es una clara estrategia de los tecnócratas neoliberales, Y por si fuera poco estos han demostrado un insaciable apetito de dinero, que los mueve a amasar grandes fortunas en poco tiempo, vulgares ladrones que se han vuelto locos con el erario público.

Los focos rojos se prenden por todas partes, baste recordar casos como:

La macrolimosna que pretendía abonar el que se dice gobernador de Jalisco, Emilio González la cual ascendía a 90 millones de pesos para financiar ¡con dinero público! un santuario a los cristeros.

Recordar también que a finales de 2008 un retrogrado grupo de vándalos, derribaron y trataron de quemar un monumento de Benito Juárez ubicado en parque solidaridad de Guadalajara, y que a pesar de las denuncias siguió derribado ante la indiferencia de las autoridades.

En agosto de 2000, en el municipio de Bustamante, Nuevo León, fue retirada de la plaza principal de ese municipio la estatua de Juárez, para ser sustituida por un monolito del arcángel San Miguel. La argumentación de los panistas para llevar a cabo el agravio fue que el nombre oficial del lugar era San Miguel de Bustamante. Según publicó el Diario de Monterrey el 8 de septiembre de 2000. El alcalde de Bustamante, Jorge Santos Gutiérrez, consideró que todo aquel que estuviera en contra de la colocación del arcángel San Miguel en lugar de Benito Juárez debería ser arrestado.

También la perversa intromisión ha conseguido en los últimos años, un sombrío retroceso legislativo, a la fecha en 17 estados se sanciona a la mujer por la interrupción del embarazo, con una penalización que pasó de 3 a 30 años de cárcel, un caso sin paralelo en la historia del país. Pareciera que estamos en un Estado confesional donde la Iglesia Católica dicta las leyes y criminaliza los pecados.

Asimismo con las reformas educativas, dejaron de explicar en las escuelas que la evolución es un proceso verdadero que ocurre permanentemente en el mundo, el tema de los fósiles tampoco se explica bien, no se menciona nada sobre la variabilidad de las especies ni de su herencia. El hecho de que ahora en los libros de texto la teoría de Darwin, sea tan reducida y groseramente manoseada, genera terror que el próximo paso sea incluir el creacionismo como si fuera otra teoría.

Al estado laico urge protegerlo, hay que perfeccionarlo y apreciarlo en su conjunto, lo peor que podemos hacer es quedaros con los brazos cruzados, para luego rezongar por la pérdida de nuestras garantías.

Tendremos que decidir qué imagen queremos para los que vienen atrás.


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