mayo 24, 2010

Dioses ficticios aquí y enfrente


“A las insolencias reaccionarias de la Iglesia católica hay que responder con la insolencia de la inteligencia viva, del buen sentido, de la palabra responsable. No podemos permitir que la verdad sea ofendida todos los días por presuntos representantes de Dios en la Tierra a los que en realidad sólo les interesa el poder”

José Saramago


Desde tiempos inmemoriales las antiguas sociedades humanas en todo el mundo han visto con buenos ojos la llegada de la primavera; ya sea porque les era favorable a sus sembradíos, a su ganado, o bien porque se acordaban de sus escarceos amorosos en la bellísima ciudad de Cuernavaca. Varios de estos grupos, eran pastores nómadas que se reunían en el desierto, el primer día de luna llena, para realizar el civilizado rito de: alejar los espíritus malos y ganarse el favor de los buenos, al tiempo que celebraban una cena –con asado de carnero-.

Cuando el pueblo se convirtió en sedentario, la fiesta de Pascua -que así le llama- coincidió con la fiesta de primavera de los agricultores, que consistía en comer el pan sin levadura, elaborado con la primera cosecha de cereales. Al paso del tiempo como suele suceder con todas las tradiciones, degenero para convertirse en la conmemoración, de la salida del pueblo judío de Egipto, es decir la celebración judía del éxodo. A pesar que estaría chido relatar como festejan los judíos estas fiestas, tendré que dar un revire para seguir el camino de la fe cristiana, comentándoles, que igual que los judíos empataron sus fechas con el equinoccio de primavera –celebración pagana- los discípulos de Jesús hicieron lo propio y asignaron por mandato divino o dedazo celestial a su festividad de pascua la conmemoración de la ascensión de Jesús al cielito lindo y querido… -si muero lejos de aquí, que digan que estoy dormido y que me traigan aquí- órale igual y lo convierte en salmo.

Aunque entre corretizas de judíos huyendo por mares abiertos, e hijos de dioses ascendiendo sin equipos especiales, no logro distinguir en las “felices pascuas” ningún orejón come zanahorias. Pues parece ser que el origen del conejo de pascua surge en la zona germánica, donde se celebraba una fiesta en honor a Eostre, diosa de la primavera y la luz. Era la celebración del equinoccio de primavera, se festejaba el fin del frío y la oscuridad y el regreso a la vida después del duro invierno. En estas fiestas el conejo era un símbolo de la fecundidad (alguien lo duda) y los huevos coloreados representaban rayos de sol, los cuales eran traídos por el bienhechor conejo de pascua.

Pero siguiendo el hilo inicial, resulta que 50 días después de la pascua se celebra el pentecostés palabra griega que significa el día quincuagésimo, para los judíos la fiesta de las siete semanas y para los cristianos algo así como: el “aniversario” de la iglesia, ya que se supone: “es el día que el espíritu santo descendió sobre aquella comunidad naciente y temerosa, infundiendo sobre ella sus siete dones” lo que quiera que signifique eso.

Más de uno, es decir ¡dos! -que son los amables lectores que tengo- se preguntaran y todo este rollo ¿pá donde va? Bueno a ellos les contesto que el día de ayer se celebro el pentecostés en la catedral metropolitana. Evento que me tendría totalmente sin cuidado, pero el caso es que andábamos por ahí en la mañana, con una enorme frustración a cuestas, ya que habíamos acudido al museo del templo mayor con la intención de admirar a la recién aparecida, Tlaltecuhtli -que supone se distingue, de la Piedra del Sol y la Coyolxauhqui no sólo por su gran tamaño sino porque conserva sus colores originales: ocre, rojo, blanco, azul y negro- Y pues nomas nada (ahí estaba pero guardadita, sin acceso al respetable) así que con la muina encima y con ganas de pelear dijimos: vamos a ver al “Perberto” a ver si podemos gritarle algunos merecidísimos insultos, aprovechando que está en su fiestecita del pentecostés (esa es la razón de todo lo anterior, con el único fin de poner en contexto los hechos).

Al llegar, luego lueguito buscamos la fila: “mentadas de madre al cardenal” pero nos pareció que muchos habíamos tenido la misma idea, ya que estaba a reventar la catedral, y policía federal por todas partes. Adentro, había unos de traje con micrófonos muy al estilo de Kevin Costner en el “guardaespaldas” todos custodiando al de rojo, imagino que para protegerlo de la conseja popular (quien lo entendió, bien). Había también un templete con cámaras del canal mexiquense, grabando la misa –ante la consternación del estado laico-. En el pasillo poniente, vimos gente en silla de ruedas, a una chava en especial le estaban aplicando la clásica soplada de anafre, supongo que para que no se desmayara, posteriormente nos enteramos que eran los huelguistas del SME. En fin que la catarsis verbal tampoco pudo efectuarse, ya que a pesar de que lo miramos, optamos por evitar un linchamiento, que nos hubiera podido convertir en fieles –difuntos- consecuencia escalofriante en cualquiera de sus dos acepciones. Así que elegimos retirarnos poquito antes del: “podéis ir en paz”.





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