mayo 08, 2010

200 años de ser orgullosamente mexicanos, o lo que es lo mismo; ¿Cómo celebra un panista el bicentenario?

Resulta que: Después de leer la nota de la Jornada se me ocurrió realizar este ejercicio, que deliberadamente pretende ser humorístico (lo aclaro para no herir susceptibilidades) en especial, ¡las mías! por si acaso hubiese alguien que no se percatara de este inicial propósito.

El texto está enmarcado en el poema “La sinjonica” de José Fernández Mendizábal, mismo que gracias a los libros de mi abuela, memoricé de niño, junto con algunos otros que aun recuerdo nítidamente.




-¿Y cómo fue Tanasio? ¡Cuéntale a tu vieja!

-Bueno vieja resulta que estoy rete asustado, la verdad es que esas fiestas no son pá nosotros lo probes, que apenas cuadril ajustamos…

Estaba harta gente y una pantallota, y como me dijeron que me apersonara temprano, posque le llego luego, saliendo de la obra, llegue rete-bien-temprano pero resulta que pasaban y pasaban las horas, y nada que empezaba. ¡Era un gentío! Por dios que díatiro eran como 10 mil -¿Cuántos somos en el pueblo? No sé, pero has de cuenta que juntáramos a todos-.

A la entrada nos recibieron unas estuatas vivientes, de gente que disque eran mi general Zapata, ahí también divise a Villa, a una señora que bien a bien no sé quien juera, pero que se parecía harto a la de los centavos de antes.

Y que crees vieja, También andaban por ahí unas con disfraces bien chistosos, has de cuenta, como los viejitos que están afuerita de las farmacias, esas simil pero estás no eran dotores no, eran unas como campanotas –de verdad vieja- campanotas como las del templo.

Las que si estaban bien chulas –lo que sea de cada quien- eran unas señoritas que estaba en la entrada, vestidas, así como… anunciado refresco o algo así.

-Tá güeno Tanasio, pero dime si la vítes o no

-Pérame vieja no apures, que ya voy que vuelo.

Te decía que era un gentío de gente, que yo la verdá ya me estaba enmuninando, miraba nervioso pálla y páca. Porque además andaba bien apurado, con eso de las prisas no me dio tiempo de hacer de las aguas –y tu sabes cómo me da angustias esas cosas- que agarro y me doy una vueltecita a ver si encontraba unos arbustitos, pero la verdad que con tantos guachos por todos lados, hasta se me jueron las ganas.

En esas que sale un chaparrito de lentes vestido muy raro, con una jeta que de verlo, verdá de dios te caía re-gordo, y que empieza a darle a la hablada- yo la verdad le entendí poco, que no se que de la unidá, que los colores verde, blanco y colorado, por ahí dijo algo, de que era el cumpleaños de la Patria -o eso entendí- Y nombre, hable que hable la verdad, no me cuadraba como siendo tan chaparro le cabían tantas palabras –lo hubieras visto vieja-Y bueno yo ya estaba como adormilado y echando hartos bostezos, bien fuera por las palabra, bien fuera por el hambre canija que tráiba. Cuando el mentado chaparrito por fin dejo la hablada -alabado sea nuestro señor Jesucristo-.

Y ¡que nos ponen una la película! yo aquí ya me alegre un poco, que abro los ojotes y que le pongo harta atención, pá después poder platicarte la historia. Pero resulta que en la pantallota, solo hartas fotos y muncha música, y nada diamores. Que salen las pirámides esas que hacían nuestros antepasados, los de antes. También nos pusieron, serpientes, barcos, milpas de máiz, y di repente que aparece una monja diciendo malas cosas de los hombres – ¡la muy insurrecta!- Eso sí al que luego, luego reconocí, fue al padrecito Hidalgo, porque lo sacaron con su banderita de la virgencita de Guadalupe, yo que agarro y que me doy mi güena persignada. Mientras en la esa… pantallota, seguían y seguían saliendo fotos de gente, algunas de los que me acuerdo, uno era güero con tamañas barbotas al lado de su señora, y aluego, que empiezan a salir unas pinturas, y los dibujados quesque agarraban vida y salían de las paredes, donde estaban pintadas –yo que nomas trueno la boca y me volteo- Lo que si me dio muncho gusto cuando apareció el Tata Cárdenas, creo que hasta le aplaudí. En esas íbamos cuando se miran tamaños tanquesotes, y carros de los guachos correteando a unos muchachos, eso nomas fue poquito porque luego, luego le subieron a la música y aparecieron las olimpiadas, que la fiesta, la bandera, y que sale ese –que no recuerdo como se llama- que se gano la medallota de oro. A luego nos pusieron a tres personas que según fueron las más importantes de aquéllos años -según me daba la entendedera- aunque yo creo que más bien era vacilada, por estaba un señor que se veía muy serio y abusado –un roto que estaba a mi lado dijo que era un tal Paz- ¡ah! te decía que era de vacilada, por que junto al señor serio, pusieron al Hugo –ese que era futbolista- y al chapulín colorado –la verdá ahí sí que me gana la risa- Ya casi pál ultimo que nos ponen al Cantinflas y al Marcos –ese de la capucha- te acuerdas vieja, ese que nos dijo el maistro del munchito, que según peliaba, igualito como lo hacía el profe Cabañas.

Pues bueno vieja, en esas estábamos y que nos terminan la película, con gritos y con Jorge Negrete cantándonos la del México lindo y querido… Y acabando que sueltan hartos cuetes, yo la verdá divisaba a la gente contenta, seria por que ya se iban, o porque la miraron con gusto o porque a la mejor ya venían algo convidadas desde su casa. Pero la verdad vieja, fue todo un relajo.

-Tá güeno, Tanasio ¿pero? No dijites, que te habían invitado a ver a la Patria.

-Pós vieja quien sabe, porque yo no la vidé, por ninguna parte…yo creo que se enfermo, porque la verdad… ¡No Vinió!



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2 comentarios:

Boogie sabía que podía contar contigo; ¡adelante!